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Vigésimo segundo Domingo después de Pentecostés
Propio 25
La Colecta:
Todopoderoso y eterno Dios, aumenta en nosotros tus dones de fe, esperanza y amor; y para que obtengamos tus promesas, haz que amemos lo que mandas; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amen.
Antiguo Testamento: Deuteronomio 34:1-12
1 Moisés subió del desierto de Moab al monte Nebo, a la cumbre del monte Pisgá, que está frente a Jericó. Desde allí el Señor le hizo contemplar toda la región de Galaad hasta el territorio de Dan, 2 las regiones de Neftalí, Efraín y Manasés, todo el territorio de Judá hasta el mar Mediterráneo, 3 el Négueb, el valle del Jordán y la llanura de Jericó, ciudad de las palmeras, hasta Sóar. 4 Y el Señor le dijo: «Éste es el país que yo juré a Abraham, Isaac y Jacob que daría a sus descendientes. He querido que lo veas con tus propios ojos, aunque no vas a entrar en él.»
5 Y así Moisés, el siervo de Dios, murió en la tierra de Moab, tal como el Señor lo había dicho, 6 y fue enterrado en un valle de la región de Moab, frente a Bet-peor, en un lugar que hasta la fecha nadie conoce. 7 Murió a los ciento veinte años de edad, habiendo conservado hasta su muerte buena vista y buena salud.
8 Los israelitas lloraron a Moisés durante treinta días en el desierto de Moab, cumpliendo así los días de llanto y luto por su muerte. 9 Y Josué, hijo de Nun, recibió de Moisés sabiduría, pues Moisés puso sus manos sobre él; así que los israelitas le obedecieron e hicieron como el Señor había ordenado a Moisés.
10 Sin embargo, nunca más hubo en Israel otro profeta como Moisés, con quien el Señor hablara cara a cara, 11 o que hiciera todos los prodigios y maravillas que el Señor le mandó hacer en Egipto contra el faraón, sus funcionarios y todo su país, 12 o que le igualara en poder y en los hechos grandes e importantes que hizo a la vista de todo Israel.
Salmo: 90:1-6, 13-17
1 Oh Soberano mío, tú has sido nuestro refugio *
de generación en generación.
2 Antes que naciesen los montes, o fueran engendrados la tierra y el mundo, *
desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.
3 Devuelves el hombre al polvo, diciendo: *
“Retorna, hijo de Adán”.
4 Porque mil años delante de tus ojos son como el ayer, que pasó, *
y como una vigilia en la noche.
5 Nos arrebatas como en un sueño, *
como la hierba que pronto se marchita:
6 Por la mañana florece y crece; *
por la tarde es cortada y se seca;
13 Vuélvete, oh Señor, ¿hasta cuándo tardarás? *
Ten compasión de tus siervos.
14 Por la mañana sácianos de tu misericordia, *
y así cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días.
15 Alégranos conforme a los días que nos afligiste, *
y a los años en que sufrimos desdichas.
16 Que tus siervos vean tus obras, *
y su descendencia tu gloria.
17 Sea la bondad del Señor nuestro Dios sobre nosotros, *
y haga prosperar las obras de nuestras manos;
sí, haga prosperar nuestras obras.
Antiguo Testamento: Levítico 19:1-2, 15-18
1 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:
2 «Dile a la comunidad israelita lo siguiente:
»Sean ustedes santos, pues yo, el Señor su Dios, soy santo.
15 »No actúes con injusticia cuando dictes sentencia: ni favorezcas al débil, ni te rindas ante el poderoso. Apégate a la justicia cuando dictes sentencia.
16 »No andes con chismes entre tu gente.
»No tomes parte en el asesinato de tu prójimo. Yo soy el Señor.
17 »No abrigues en tu corazón odio contra tu hermano.
»Reprende a tu prójimo cuando debas reprenderlo. No te hagas cómplice de su pecado.
18 »No seas vengativo ni rencoroso con tu propia gente. Ama a tu prójimo, que es como tú mismo. Yo soy el Señor.»
Salmo: 1
1 Bienaventurado el que no anduvo en consejo de malos, *
ni estuvo en camino de Pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
2 Sino que en la ley del Señor está su delicia, *
y en su ley medita de día y de noche.
3 Será como el árbol plantado junto a corrientes de aguas,
que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae, *
y todo lo que hace prosperará.
4 No así los malos, no así, *
que son como el tamo que arrebata el viento.
5 Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio, *
ni los pecadores en la congregación de los justos;
6 Porque el Señor conoce el camino de los justos, *
mas la senda de los malos perecerá.
Nuevo Testamento: 1 Tesalonicenses 2:1-8
1 Ustedes mismos, hermanos, saben que nuestra visita a ustedes no fue en vano. 2 Más bien, aunque, como ya saben, antes habíamos sido insultados y maltratados en Filipos, Dios nos ayudó a anunciarles a ustedes su evangelio, con todo valor y en medio de una fuerte lucha. 3 Porque no estábamos equivocados en lo que predicábamos, ni tampoco hablábamos con malas intenciones ni con el propósito de engañar a nadie. 4 Al contrario, Dios nos aprobó y nos encargó el evangelio, y así es como hablamos. No tratamos de agradar a la gente, sino a Dios, que examina nuestros corazones. 5 Como ustedes saben, nunca los hemos halagado con palabras bonitas, ni hemos usado pretextos para ganar dinero. Dios es testigo de esto. 6 Nunca hemos buscado honores de nadie: ni de ustedes ni de otros. 7 Aunque muy bien hubiéramos podido hacerles sentir el peso de nuestra autoridad como apóstoles de Cristo, nos hicimos como niños entre ustedes. Como una madre que cría y cuida a sus propios hijos, 8 así también les tenemos a ustedes tanto cariño que hubiéramos deseado darles, no sólo el evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias vidas. ¡Tanto hemos llegado a quererlos!
El Evangelio: Mateo 22:34-46
34 Los fariseos se reunieron al saber que Jesús había hecho callar a los saduceos, 35 y uno, que era maestro de la ley, para tenderle una trampa, le preguntó: 36 —Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?
37 Jesús le dijo: —“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.” 38 Éste es el más importante y el primero de los mandamientos. 39 Pero hay un segundo, parecido a éste; dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” 40 En estos dos mandamientos se basan toda la ley y los profetas.
41 Mientras los fariseos todavía estaban reunidos, 42 Jesús les preguntó: —¿Qué piensan ustedes del Mesías? ¿De quién desciende?
Le contestaron: —Desciende de David.
43 Entonces les dijo Jesús: —¿Pues cómo es que David, inspirado por el Espíritu, lo llama Señor? Porque David dijo:
44 “El Señor dijo a mi Señor:
Siéntate a mi derecha,
hasta que yo ponga a tus enemigos
debajo de tus pies.”
45 ¿Cómo puede el Mesías descender de David, si David mismo lo llama Señor?
46 Nadie pudo responderle ni una sola palabra, y desde ese día ninguno se atrevió a hacerle más preguntas.
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Las lecturas del Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y los Evangelios provienen de la Biblia Nueva Versión Estándar Revisada: Edición Anglicana, copyright 1989, 1995, División de Educación Cristiana del Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo en los Estados Unidos de América. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.
Las Colectas, Salmos y Cánticos son del Libro de Oración Común, 1979.
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