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Decimoctavo Domingo después de Pentecostés
Propio 23
La Colecta:
Te rogamos, oh Señor, que tu gracia siempre nos preceda y acompañe, para que continuamente nos dediquemos a buenas obras; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.
Antiguo Testamento: Jeremías 29:1, 4-7
El profeta Jeremías envió desde Jerusalén una carta a los ancianos que quedaban de los desterrados, y a los sacerdotes, profetas y gente que Nabucodonosor había llevado desterrados de Jerusalén a Babilonia. La carta decía: […]
4 «Así dice el Señor todopoderoso, el Dios de Israel, a todos los que hizo salir desterrados de Jerusalén a Babilonia: 5 “Construyan casas y establézcanse; planten árboles frutales y coman de su fruto. 6 Cásense, tengan hijos e hijas, y que ellos también se casen y tengan hijos. Aumenten en número allá, y no disminuyan. 7 Trabajen en favor de la ciudad a donde los desterré, y pídanme a mí por ella, porque del bienestar de ella depende el bienestar de ustedes.»
Salmo: 66:1-11
1 Aclamen a Dios, toda la tierra; *
canten la gloria de su Nombre; canten la gloria de su alabanza.
2 Digan a Dios: “¡Cuán asombrosas tus obras! *
Por la grandeza de tu poder se someten a ti tus enemigos.
3 Toda la tierra te adora; *
te canta, canta tu Nombre”.
4 Vengan, y vean las obras de Dios, *
¡cuán temibles sus proezas para el género humano!
5 Convirtió el mar en tierra seca, para que atravesaran el agua a pie; *
y allí nos alegramos en él.
6 En su poder él se enseñorea eternamente; sus ojos atalayan sobre las naciones; *
que no se subleven los rebeldes.
7 Bendigan, pueblos, a nuestro Dios; *
hagan oír la voz de su alabanza.
8 El es quien preserva a nuestra alma en vida; *
y no permite que nuestros pies resbalen;
9 Porque tú, oh Dios, nos probaste; *
nos refinaste como refinan la plata.
10 Nos metiste en la red; *
pusiste sobre nuestros lomos pesada carga.
11 Hiciste cabalgar enemigos sobre nuestra cabeza; atravesamos por fuego y agua; *
pero nos sacaste a un lugar de abundancia.
Antiguo Testamento: 2 Reyes 5:1-3, 7-15c
1 Había un hombre llamado Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, muy estimado y favorecido por su rey, porque el Señor había dado la victoria a Siria por medio de él. Pero este hombre estaba enfermo de lepra.
2 En una de las correrías de los sirios contra los israelitas, una muchachita fue hecha cautiva, y se quedó al servicio de la mujer de Naamán. 3 Esta muchachita dijo a su ama: —Si mi amo fuera a ver al profeta que está en Samaria, quedaría curado de su lepra. […]
7 Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó la ropa en señal de aflicción y dijo: —¿Acaso soy Dios, que da la vida y la quita, para que éste me mande un hombre a que lo cure de su lepra? ¡Fíjense bien y verán que está buscando un pretexto contra mí!
8 Al enterarse el profeta Eliseo de que el rey se había rasgado la ropa por aquella carta, le mandó a decir: «¿Por qué te has rasgado la ropa? Que venga ese hombre a verme, y sabrá que hay un profeta en Israel.»
9 Naamán fue, con su carro y sus caballos, y se detuvo a la puerta de la casa de Eliseo. 10 Pero Eliseo envió un mensajero a que le dijera: «Ve y lávate siete veces en el río Jordán, y tu cuerpo quedará limpio de la lepra.»
11 Naamán se enfureció, y se fue diciendo: —Yo pensé que iba a salir a recibirme, y que de pie iba a invocar al Señor su Dios, y que luego iba a mover su mano sobre la parte enferma, y que así me quitaría la lepra. 12 ¿No son los ríos de Damasco, el Abaná y el Farfar, mejores que todos los ríos de Israel? ¿No podría yo haber ido a lavarme en ellos y quedar limpio?
Y muy enojado se fue de allí. 13 Pero sus criados se acercaron a él y le dijeron: —Señor, si el profeta le hubiera mandado hacer algo difícil, ¿no lo habría hecho usted? Pues con mayor razón si sólo le ha dicho que se lave usted y quedará limpio.
14 Naamán fue y se sumergió siete veces en el Jordán, según se lo había ordenado el profeta, y su carne se volvió como la de un jovencito, y quedó limpio. 15 Entonces él y todos sus acompañantes fueron a ver a Eliseo. Al llegar ante él, Naamán le dijo: —¡Ahora estoy convencido de que en toda la tierra no hay Dios, sino sólo en Israel!
Salmo: 111
1 ¡Aleluya! Daré gracias al Señor de todo corazón, *
en la asamblea de los rectos, en la congregación.
2 ¡Grandes son las obras del Señor! *
Son dignas de estudio para los que las aman.
3 Su obra está llena de esplendor y majestad, *
y su benevolencia permanece para siempre.
4 Ha hecho memorables sus maravillas; *
clemente y compasivo es el Señor.
5 Da alimento a los que le veneran; *
para siempre se acuerda de su pacto.
6 El poder de sus obras manifestó a su pueblo, *
dándoles la heredad de las naciones.
7 Las obras de sus manos son verdad y juicio; *
fidedignos son todos sus mandamientos,
8 Afirmados eternamente y para siempre, *
hechos en verdad y en rectitud.
9 Redención envió a su pueblo; para siempre ordenó su pacto; *
santo y temible es su Nombre.
10 Principio de la sabiduría es el temor del Señor;
tienen buen juicio los que lo practican; *
su loor permanece para siempre.
Nuevo Testamento: 2 Timoteo 2:8-15
8 Acuérdate de Jesucristo, que resucitó y que era descendiente del rey David, según el evangelio que yo anuncio. 9 Y por causa del evangelio soporto sufrimientos, incluso el estar encadenado como un criminal; pero la palabra de Dios no está encadenada. 10 Por eso lo soporto todo en bien de los que Dios ha escogido, para que también ellos alcancen la salvación y la gloria eterna en Cristo Jesús.
11 Esto es muy cierto:
Si hemos muerto con él, también viviremos con él;
12 si sufrimos con valor, tendremos parte en su reino;
si le negamos, también él nos negará;
13 si no somos fieles, él sigue siendo fiel,
porque no puede negarse a sí mismo.
14 Recuerda a los otros y recomiéndales delante de Dios que hay que evitar las discusiones. No sirven para nada. Lo que hacen es perjudicar a quienes las escuchan. 15 Haz todo lo posible por presentarte delante de Dios como un hombre de valor comprobado, como un trabajador que no tiene de qué avergonzarse, que enseña debidamente el mensaje de la verdad.
El Evangelio: Lucas 17:11-19
11 En su camino a Jerusalén, pasó Jesús entre las regiones de Samaria y Galilea. 12 Y llegó a una aldea, donde le salieron al encuentro diez hombres enfermos de lepra, los cuales se quedaron lejos de él 13 gritando: —¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!
14 Cuando Jesús los vio, les dijo: —Vayan a presentarse a los sacerdotes.
Y mientras iban, quedaron limpios de su enfermedad. 15 Uno de ellos, al verse limpio, regresó alabando a Dios a grandes voces, 16 y se arrodilló delante de Jesús, inclinándose hasta el suelo para darle las gracias. Este hombre era de Samaria. 17 Jesús dijo: —¿Acaso no eran diez los que quedaron limpios de su enfermedad? ¿Dónde están los otros nueve? 18 ¿Únicamente este extranjero ha vuelto para alabar a Dios?
19 Y le dijo al hombre: —Levántate y vete; por tu fe has sido sanado.
Más recursos para Propio 23C
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Las lecturas del Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y los Evangelios provienen de la Biblia Nueva Versión Estándar Revisada: Edición Anglicana, copyright 1989, 1995, División de Educación Cristiana del Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo en los Estados Unidos de América. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.
Las Colectas, Salmos y Cánticos son del Libro de Oración Común, 1979.
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