Propio 16 (C) – 2010
August 22, 2010
Leccionario Dominical, Año C
Preparado por la Rvda. Miguelina Espinal
Jeremías 1:4-10 y Salmo 71:1-6 (o Isaías 58:9b-14 y Salmo 103:1-8); Hebreos 12:18-29; San Lucas 13:10-17
Era un sábado común en la sociedad judía, el día que tradicionalmente estaba designado para reunirse en las sinagogas, estudiar las escrituras, leer salmos y regocijarse con cánticos.
Esta tradición fue iniciada a partir de los diez mandamientos que Dios le entregó al pueblo judío por medio de Moisés. El día sábado se observaba desde el atardecer del viernes hasta el atardecer del sábado. Según la tradición, debe ser celebrado en primer lugar mediante la abstención de cualquier clase de trabajo o esfuerzo.
Jesús, como todo buen judío, cumple con la tradición y comparte con la sabiduría colectiva el estudio de las escrituras. Parecía que iba a ser el usual itinerario del día de reposo, descanso, reflexión y oración, hasta que los ojos compasivos de Jesús se fijaron en una mujer cuya vida estaba siendo atormentada por una enfermedad; entonces se inicia una serie de acontecimientos que no tan solo cambian la vida de esta mujer, sino que traen una nueva perspectiva sobre el día de reposo.
San Lucas nos cuenta que esta mujer estaba enferma desde hacía dieciocho años y estaba encorvada. Nos podemos imaginar todas las complicaciones y limitaciones que esta mujer experimentaba al tener que mantener una posición física específica en su diario vivir. Su calidad de vida era mínima. A diferencia de otros recuentos de milagros, Jesús es quien toma la iniciativa en esta ocasión. La compasión que el sintió al ver a esta mujer sufriendo lo llevó a decirle una sola frase que cambiaría el resto de su vida: “Mujer, quedas libre de tu enfermedad”. Al tocarla, ella se enderezó y el Evangelio relata que tan pronto se enderezó, esta mujer empezó a alabar a Dios.
Muchas veces Dios interviene en nuestras vidas de la misma manera que lo hizo con esta mujer. Con compasión, con amor, con una genuina preocupación por nuestro bienestar, aún antes de que nosotros elevemos una plegaria al cielo. Ahora, la pregunta es para nosotros: ¿cómo respondemos ante Dios cuando recibimos una de sus bendiciones? ¿Lo reconocemos y elevamos nuestras acciones de gracias? ¿O asumimos que es parte de lo que merecemos, y continuamos nuestro caminar en la vida sin reconocer la intervención del Altísimo en nuestro diario vivir?
Estamos llamados a abrir nuestros corazones y nuestros labios en acción de gracias, reconociendo su poder y señorío sobre nosotros. Jesús cambió la vida de esta mujer de una manera trascendental.
La sanidad que esta mujer recibió por parte de Jesús en un día sábado se convirtió en gran controversia, dada la tradición de respetar el día de reposo. Lucas nos relata que el principal de la sinagoga se enojó, porque Jesús hizo un milagro de sanidad en el día sábado.
¿Resulta familiar la actitud del principal de la sinagoga? ¿Cuántas veces hemos puesto el legalismo o la tradición por encima de la obra maravillosa de Dios en nuestras vidas o en la vida de la Iglesia?
Cuenta una historia que el Grupo de Mujeres Episcopales de una iglesia en un pequeño pueblo, estaba organizando un encuentro que tradicionalmente se celebraba durante la misa del domingo. Esa celebración estaba abierta a todas las denominaciones del pueblo y era una oportunidad para que las mujeres de las diferentes iglesias se reunieran para conversar sobre un tema en particular, cantar bellos himnos y disfrutar de una buena comida. El comité organizador se reunió para discutir los detalles de la logística. Esta vez una joven mujer fue invitada a participar en la planificación. La joven sugirió que se realizara la actividad el sábado en lugar del domingo, ya que permitiría más participación por parte de las mujeres que asisten a sus propias iglesias los domingos en la mañana. Esta sugerencia creó una gran conmoción entre las organizadoras del evento. Una parte del grupo estaba de acuerdo con intentar algo nuevo, la otra parte estaba en plena oposición y se disgustaron por tan solo considerar la idea de un cambio. Fue increíble la confusión y las complicaciones que esta simple sugerencia causó, y todo, porque “nunca lo hemos hecho de esa manera” o, porque, como dijeran algunas de las participantes, “nuestra tradición es realizar el evento en el día domingo”. Debido a todos los problemas y discusiones causadas por la sugerencia de realizar el evento en un día diferente al que siempre se ha realizado, el rector de la parroquia fue invitado a “intervenir” en el proceso de planificación y ayudarles a encontrar una solución.
El rector sugirió amablemente que se experimentara por ese año solamente y que luego decidieran si era factible realizar el evento en el día sábado o no. Ellas, queriendo complacer al nuevo rector, accedieron a realizar el encuentro de mujeres en el día sábado. Para sorpresa de todos, ese año la participación fue tal, que fue necesario trasladar sillas del salón parroquial al santuario para acomodar a todas las participantes. El evento fue de mucho provecho para todas las participantes, fue exitoso, muy entusiástico y espiritual.
Esta experiencia, les enseñó que la tradición es parte de quienes somos, pero que también tenemos que estar abiertos a experimentar cosas nuevas y abrir nuestros corazones a las bendiciones que Dios tiene preparadas para nosotros.
Hay una frase muy conocida que dice “El hombre no se hizo para el sábado, sino el sábado para el hombre”, que no es más que un recordatorio para que mantengamos presente en nuestras vidas cuales son las cosas realmente esenciales.
Que Dios les bendiga abundantemente.
Amén.
— La Rvda. Miguelina Espinal es oriunda de La República Dominicana. Sirve como la Encargada de la Iglesia de la Epifanía en la Diócesis de Newark. Fue miembro del Consejo Ejecutivo de la Iglesia Episcopal, tiene quince años de experiencia trabajando con el ministerio de jóvenes y sirvió como la coordinadora del ‘esfuerzo de la búsqueda del liderazgo pastoral’ (PLSE) para los que trabajan en la Oficina de la Obispa Primada.
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