Estudio Bíblico

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Estudio Bíblico: Propio 6 (B) – 2012

June 17, 2012


Ezequiel 17:22-24

La profundidad del pasaje de Ezequiel 17:22-24 es mejor explorada a la luz del contexto anterior. Este pasaje sirve como conclusión a una historia alegórica de la historia reciente de Israel (17:1-21). Dios había enviado a Israel al exilio como un castigo por sus transgresiones. Ellos abandonaron el pacto que Dios había establecido con ellos. El exilio fue un tiempo ordenado por Dios para la purificación de Israel. Él les ha permitido prosperar aún bajo el dominio de Babilonia. El rey de Babilonia estableció su propio pacto y nombró a uno de los gobernantes de Israel como su virrey. Este virrey, y los hijos de Israel con él, abandonó esta bendición y se acercó a Egipto en busca de ayuda contra los babilonios.

Israel descuidó la disciplina del exilio y la bendición de la gracia que encontraron ante los ojos de los babilonios. Dios lo vio como una ofensa no solo contra Babilonia, sino en contra de él también. “Yo, el Señor, lo juro por mi vida: él se burló del juramento que me hizo, y no cumplió el pacto que había hecho conmigo” (17:19). Dios castigará y disciplinará a Israel. Pero aquí, en 17:22-24, Dios anuncia que nadie será capaz de plantar a Israel y hacer que prospere, ni Babilonia ni Egipto, y ni el propio Israel. “Yo mismo llevaré el retoño más tierno de la rama… y lo plantaré” (22). La soberanía de Dios será proclamada en este acto. Toda la creación sabrá lo que Dios ha hecho y que solamente él lo ha hecho (24).

  • ¿Reconocemos las diferentes maneras en que Dios está actuando en el mundo de hoy?
  • ¿Cómo podríamos abrirnos más a fondo a lo que Dios está haciendo y cómo nos podría utilizar para hacerlo?

Salmo 92:1-4, 11-14

Es una buena cosa, y un privilegio, dar gracias a Dios. Ya sea por la mañana o la noche, en la luz o en la oscuridad, proclamamos la bondad de Dios y su fidelidad en todo lo que hacemos. Nosotros cantamos, alabamos, trabajamos, adoramos, oramos, nos reímos, lloramos, servimos. En todo lo que hacemos, damos gracias a Dios, y hemos de reconocer que Dios está obrando en su pueblo, y hemos sido bendecidos por ese trabajo. Ese obrar no es siempre la cosa más fácil de reconocer, pero estamos seguros por las Escrituras de que se está llevando a cabo. A veces esa obra es hermosa y heroica, como en el Éxodo y en la unción de David. En otras ocasiones, el trabajo es duro y difícil, al igual que la disciplina del exilio y el dolor que sentimos en la muerte de un amigo cercano. Pero en todas las cosas Dios obra en nosotros lo que es bueno y lo que da el crecimiento.

A medida que nos conformamos más a la imagen de Dios, a media que llegamos a ser justos, florecemos como las palmeras y crecemos como los cedros del Líbano (11). Estamos más firmemente arraigados en la casa de Dios (12). Todos los retos y las bendiciones de nuestras vidas nos mueven a dar testimonio, incluso en la vejez (13) cuando Dios hace lo que es correcto, y cuando de él no se nos puede mover. Estamos firmemente plantados y creceremos para ser fructíferos (14). Nuestra alabanza y acción de gracias han de dar testimonio de este hecho.

  • ¿Qué le agradece a Dios cada día?
  • ¿Cómo comunica a los demás lo que Dios está obrando en su vida?

2 Corintios 5:6-10 (11-13) 14-17

¿En qué nos sentimos seguros? Estamos seguros de que Dios ha preparado algo mejor para nosotros. Anterior a esto, Pablo ha dicho: “Sabemos que si la tienda de campaña en que vivimos se deshace, Dios nos tiene preparada una casa eterna en los cielos, una casa que no has sido hecha por manos humanas” (5:1). No importa lo que nos suceda en esta vida, Dios está preparando algo más grande para nosotros. Esto no siempre lo veremos, solo nuestra fe contempla la belleza que nos espera y que será revelada en el momento adecuado. La confianza que Pablo quiere que tengamos va a ser promulgada en el aquí y el ahora. Vivimos por la fe, fe en lo que se está preparado para nosotros, garantizado por el Espíritu Santo. “Así que ya estamos en casa o fuera, nuestro objetivo es siempre complacer a Dios”.

El trabajo requerido por Dios ya se ha logrado. “Estamos convencidos de que uno murió por todos” (14). Jesucristo se ofreció para ser la propiciación por nuestros pecados, y así entramos en esta obra al unirnos a su muerte. Morimos a nosotros mismos y vivimos para Dios. “Él murió por todos, para que los que vivimos ya no vivamos para nosotros, sino para aquel que murió y resucitó por nosotros” (15). Estamos rehechos en una nueva creación. “Todo lo viejo ha pasado, lo que ahora hay es nuevo” (17). Y no podemos olvidar nunca que Dios es el que obra en nosotros (18).

  • ¿Qué luchas encuentra que sabe que no forman parte de lo que está por venir? ¿Acepta usted la gracia para superar ahora esas cosas?
  • ¿Cómo puede vivir como una nueva creación? ¿Cómo puede su vida ser hecha de nuevo continuamente?

Marcos 4:26-34

Estas dos parábolas hacen referencia al reino de Dios, la realidad que se ha manifestado sobre el reino de este mundo declarando a Dios como el verdadero y justo rey de la creación, y lo comparan a las semillas. En la primera, el reino se compara al crecimiento de una semilla. Al ir a dormir, ya sea usted un agricultor o no, le permite descansar y dejar que el mundo se preocupe de sí mismo por un rato. Una semilla no nos necesita despiertos para que crezca. La plantamos y la regamos, dándole lo que necesita para su sustento. Pero el que crezca es cosa de Dios. Ya pensamos en la semilla que plantamos o en la semilla que se siembra en nosotros, debemos recordar que es Dios quien da el crecimiento.

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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