Bulletin Insert: Week 4: Reflections on the Resurrection – May 15, 2022

During the Easter season, Sermons That Work is pleased to present reflections from bishops of The Episcopal Church on the resurrection of our Lord. Check back each week for a brief exploration of how Jesus Christ’s rising from the grave changes everything. To listen to this reflection, scan the QR code on this page and subscribe to the Sermons That Work podcast.

In John’s version of Easter, Mary lingers at the empty tomb after Peter and John run quickly away. When the risen Jesus appears in front of her, she mistakes him for the gardener. It’s an understandable miss. In the grip of all the trauma and grief from the events of Good Friday, she certainly wouldn’t be expecting the one for whom she grieves to be suddenly standing in front of her. It’s easy to overlook that moment as an unimportant detail.

However, as I return to this story year after year, I’ve come to think it’s not a mistake at all, that Mary gets it exactly right, and that this detail helps us understand why the Resurrection really matters.

The orginal vocation to which God calls humanity is tilling and keeping the world God has made. We initially failed in that calling, choosing ourselves and our own way over God and God’s way of love. The whole arc of scripture is essentially the story of God’s project to reforest a world that has become desolate with suffering, violence, and death as a result of our rejection of God. Of course, Jesus is the gardener! His resurrection is the unmistakable assurance of God’s intention to restore the desert we have made of the world to the original garden God intended, lush with the fruits of love, life, justice, and peace.

Jesus died a real death. The same death each of us fears, and that we have seen take so many we love. For the Resurrection to mean anything, it must be every bit as real as that death. Jesus the gardener reminds us that, as an Easter people, the point of our faith and our lives is not to escape from the world and its pain, but rather to join Jesus in renewing the world, planting seeds of hope, watering the parched places of pain, tilling the soil toward justice, working the land to nurture the feast of love God intended. We don’t find the Beloved Community by retreating to somewhere else, we find it by following Jesus to where the pain is, and by digging, by tilling, by keeping.

Plant a tree in these days of Easter. Grow a garden. Make it a sign and sacrament of how we are called in every moment to bear witness to the great good news that death is not what it appears to be. Even now, the green shoots of faith and hope are bringing about God’s perfect reign of love, joy, and life that knows no end. Alleluia!

This reflection was written by the Rt. Rev. Craig Loya. Bishop Loya was consecrated the X Bishop of the Episcopal Church in Minnesota on June 6, 2020. He served as Dean of Trinity Cathedral in Omaha, Nebraska from 2013-2020, and was the Canon to the Ordinary in the Episcopal Diocese of Kansas from 2009-2013. He received his Master of Divinity from Yale University and a Diploma in Anglican Studies from Berkeley Divinity School at Yale in 2002.

5 mayo de 2022 – Pascua 5 (C)
Semana 4: Reflexiones sobre la Resurrección

Durante el tiempo de Pascua, Sermones que iluminan se complace en presentar las reflexiones de obispos de la Iglesia Episcopal sobre la resurrección de nuestro Señor. Revise cada semana para una breve exploración de cómo la resurrección de Jesucristo de la tumba lo cambia todo.

En la versión de Juan de la Pascua, María se demora en la tumba vacía después de que Pedro y Juan huyeran rápidamente. Cuando Jesús resucitado aparece frente a ella, lo confunde con el jardinero. Es un error comprensible. En medio de todo el trauma y el dolor de los eventos del Viernes Santo, ciertamente no esperaría que la persona por la que sufre esté de repente de pie frente a ella. Es fácil pasar por alto ese momento como un detalle sin importancia.

Sin embargo, a medida que vuelvo a esta historia año tras año, he llegado a pensar que no se trata de un error en absoluto, que María lo entiende exactamente bien y que este detalle nos ayuda a comprender por qué la Resurrección es realmente importante.

La vocación original a la que Dios llama a la humanidad es labrar y cuidar el mundo que Dios ha creado. Inicialmente fallamos en ese llamado, eligiéndonos a nosotros mismos y nuestro propio camino sobre Dios y el camino de amor de Dios. Todo el arco de las Escrituras es esencialmente la historia del proyecto de Dios para reforestar un mundo que se ha vuelto desolado por el sufrimiento, la violencia y la muerte como resultado de nuestro rechazo a Dios. Por supuesto, ¡Jesús es el jardinero! Su resurrección es la certeza inequívoca de la intención de Dios de restaurar el desierto que hemos hecho del mundo al jardín original que Dios quiso, exuberante con los frutos del amor, la vida, la justicia y la paz.

Jesús murió una muerte real. La misma muerte que cada uno de nosotros tememos, y que hemos visto llevarse a tantos seres que amamos. Para que la Resurrección signifique algo, debe ser tan real como esa muerte. Jesús, el jardinero, nos recuerda que, como pueblo de Pascua, el objetivo de nuestra fe y de nuestra vida no es escapar del mundo y su dolor, sino unirse a Jesús para renovar el mundo, plantar semillas de esperanza, regar los lugares secos del dolor, labrando la tierra hacia la justicia, labrando la tierra para que nutra la fiesta del amor que Dios dispuso. La Comunidad Amada no la encontramos retirándonos a otra parte, la encontramos siguiendo a Jesús hasta donde esté el dolor, y cavando, labrando, guardando.

Planta un árbol en estos días de Pascua. Cultiva un jardín. Que sea signo y sacramento de cómo se nos pide en todo momento dar testimonio de la gran buena noticia de que la muerte no es lo que parece. Incluso ahora, los brotes verdes de la fe y la esperanza están produciendo el reino perfecto de amor, gozo y vida de Dios que no conoce fin. ¡Aleluya!

El Rvdmo. Craig Loya escribió esta reflexión. El obispo Loya fue consagrado décimo obispo de la Iglesia Episcopal en Minnesota el 6 de junio de 2020. Ejerció como decano de la Catedral de la Trinidad en Omaha, Nebraska, del 2013 al 2020, y fue el Canónigo del Ordinario en la Diócesis Episcopal de Kansas del 2009 al 2013. Recibió una Maestría en Divinidad de la Universidad de Yale y un Diploma en Estudios Anglicanos de la Escuela de Divinidad de Berkeley en Yale en 2002.

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