Hello to my family of faith in The Episcopal Church, and to all of our ecumenical and interfaith friends, and to all people of love and goodwill. I want to first thank you all for your prayers and well wishes this year as I have weathered some health issues. Please know that I’m doing well, following the doctor’s orders.
I’m also ever more aware of the power of the messages of Advent to watch, to wait, and to listen to the pregnant voice of silence, as one version of the Bible says. And out of that watching, waiting, and listening, following the way of Jesus of Nazareth and his way of love, the Spirit of God being our helper.
So please allow me to offer a reading from the Gospel according to Luke. You know it well. The deep truth embedded in it, simple story of the birth of a baby. That deep truth has long given me strength for these 70 years, strength that I often did not have on my own. For some, it may seem fanciful, but in its own way, it points to what the Bible calls hope beyond hope. It reads:
While Mary and Joseph were in Bethlehem, the time came for her to deliver her child. She gave birth to her firstborn son, wrapped him in bands of cloth and laid him in a manger because there was no place for them in the guest room. Now in that same region, there were shepherds living in the fields, keeping watch over their flock by night. Then an angel of the Lord stood before them, and the glory of the Lord shone around them, and they were terrified. The angel said to them, “Do not be afraid, for see, I am bringing you good news of great joy for all people: To you is born this day in the city of David, a savior, who is the Messiah, the Lord. And this will be a sign for you: You will find a child wrapped in bands of cloth and lying in a manger.” And suddenly there was with the angel a multitude of the heavenly host, praising God and saying, “Glory to God in the highest, and on earth peace among those whom he favors!”
The message of the angel is as scandalous and striking now as it was then. For in it is embedded God’s message in the death and resurrection of Jesus: to trust and believe in the invincibility of the good in spite of the titanic reality of evil, because God is good all the time. To trust and believe in the enduring power of love, of truth, of the good, and of justice when the reality of the opposite seems so prodigious.
To trust and believe in the enduring power of love, justice, kindness, and compassion, all because God is love and the author of all that is true, noble, and just. “Do not be afraid,” the Scripture says, “for see, I am bringing you good news of great joy for all the people: To you is born this day in the city of David, a savior, who is the Messiah, the Lord. And this will be a sign for you: You will find a child wrapped in bands of cloth and lying in a manger.”
Lord, we pray, give us this sign anew. Give us the lowly, the tired, those of high estate and low, and those of no estate. Church folk, those who haven’t stepped through the red doors for years or ever, give us all a sign. Give us the working, the watching, the weeping. Give us that sign anew; as you did in the first century, so now in the 21st. Give us the expected, the faithful, the passionate, the undeserving; give us a sign.
“The angel said to them, ‘Do not be afraid, for see, I am bringing you good news of great joy for all people: To you is born this day in the city of David, a savior, who is the Messiah, the Lord.’”
On behalf of the entire Episcopal Church, we wish you and yours a Merry Christmas and a joyous new year. God love you. God bless you. May God hold us all in those almighty hands of love. Merry Christmas.
The Most Rev. Michael B. Curry, Presiding Bishop and Primate, The Episcopal Church
24 de diciembre de 2023 – Adviento 4 (B)
Mensaje de Navidad del 2023 de Michael Curry obispo primado de la Iglesia Episcopal
Saludos a mi familia de la fe en la Iglesia Episcopal, a todos nuestros amigos ecuménicos e interreligiosos, y a todas las personas de amor y buena voluntad. En primer lugar quiero agradecerles a todos por sus oraciones y buenos deseos este año, en que he afrontado algunos problemas de salud. Sepan que estoy bien, siguiendo las instrucciones del médico.
También soy cada vez más consciente del poder de los mensajes de Adviento para velar, esperar y escuchar la voz preñada del silencio, como dice una versión de la Biblia. Y a partir de ese velar, esperar y escuchar, seguir la senda de Jesús de Nazaret y su camino del amor, siendo el Espíritu de Dios nuestro ayudador.
Así que permítanme ofrecerles una lectura del Evangelio según Lucas. Ustedes la conocen bien. La profunda verdad que se encierra en la sencilla historia del nacimiento de un bebé. Esa profunda verdad me ha dado fuerzas durante estos 70 años, fuerzas que muchas veces no tuve por mí mismo. Para algunos, puede parecer fantasioso, pero a su manera, señala lo que la Biblia llama esperanza más allá de la esperanza. Y dice:
Y sucedió que, mientras estaban en Belén, se cumplió el tiempo del alumbramiento. Y María dio a luz a su primogénito; lo envolvió en pañales y lo puso en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. En unos campos cercanos había unos pastores que pasaban la noche a la intemperie cuidando sus rebaños. De pronto, se les apareció un ángel del Señor y el resplandor de la gloria de Dios los llenó de luz, de modo que quedaron sobrecogidos de temor. Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo, porque vengo a traerles una buena noticia, que será causa de gran alegría para todo el pueblo. En la ciudad de David les ha nacido hoy un Salvador, que es el Mesías, el Señor.Esta será la señal para que lo reconozcan: encontrarán al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». En aquel mismo instante apareció junto al ángel una multitud de otros ángeles del cielo, que alababan al Señor y decían: «¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres que gozan de su favor!».
El mensaje del ángel es tan escandaloso y sorprendente ahora como lo fue entonces. Porque en él está insertado el mensaje de Dios en la muerte y resurrección de Jesús: confiar y creer en la invencibilidad del bien a pesar de la realidad titánica del mal, porque Dios es bueno todo el tiempo. Confiar y creer en el poder permanente del amor, de la verdad, del bien y de la justicia cuando la realidad de lo contrario parece tan enorme.
Confiar y creer en el poder permanente del amor, la justicia, la bondad y la compasión, todo porque Dios es amor y autor de todo lo que es verdadero, noble y justo. «No tengan miedo», dice la Escritura, «porque vengo a traerles una buena noticia, que será causa de gran alegría para todo el pueblo.En la ciudad de David les ha nacido hoy un Salvador, que es el Mesías, el Señor.Esta será la señal para que lo reconozcan: encontrarán al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».
Señor, te pedimos, danos de nuevo esta señal. Danos a los humildes, a los cansados, a los de mucho y poco patrimonio, y a los que no tienen ninguno. A la gente de iglesia, y a los que no han cruzado las puertas rojas durante años o nunca, danos a todos una señal. Danos el quehacer, la vigilancia, el llanto. Danos esa señal de nuevo; como lo hiciste en el siglo I, así también ahora en el XXI. Danos a los que aguardamos, a los fieles, a los apasionados, a los indignos; danos una señal.
El ángel les dijo: «No tengan miedo, porque vengo a traerles una buena noticia, que será causa de gran alegría para todo el pueblo.En la ciudad de David les ha nacido hoy un Salvador, que es el Mesías, el Señor».
En nombre de toda la Iglesia Episcopal, les deseamos a ustedes y a los suyos una Feliz Navidad y un jubiloso año nuevo. Dios les ama. Dios les bendiga. Que Dios nos sostenga a todos en esas manos todopoderosas de amor. Feliz navidad.
Rvdmo. Michael B. Curry
Obispo Presidente y Primado
de la Iglesia Episcopal