This bulletin insert was very lightly adapted from Holy Women, Holy Men’s entry for the First Book of Common Prayer. This feast of the church can be observed on a weekday after Pentecost.
The first Book of Common Prayer, the forerunner of those well-worn books in your pew rack, came into use on the Day of Pentecost, June 9, 1549, in the second year of the reign of King Edward VI. From it have descended all subsequent editions and revisions of the book in the churches of the Anglican Communion.
Though prepared by a commission of learned bishops and priests, the format, substance, and style of the Prayer Book were primarily the work of Thomas Cranmer, Archbishop of Canterbury, 1533–1556. The principal sources employed in its compilation were the medieval Latin service books of the Use of Sarum (Salisbury), with enrichments from the Greek liturgies, certain ancient Gallican rites, the vernacular German forms prepared by Luther, and a revised Latin liturgy of the reforming Archbishop Hermann of Cologne. The Psalter and other biblical passages were drawn from the English “Great Bible” authorized by King Henry VIII in 1539, and the Litany was taken from the English form issued as early as 1544.
The originality of the Book of Common Prayer, apart from the felicitous translations and paraphrases of the old Latin forms, lay in its simplification of the complicated liturgical usages of the medieval Church, so that it was suitable for use by the laity as well as by the clergy. The book thus became both a manual of common worship for Anglicans and a primary resource for their personal spirituality.
A Collect to Mark the First Book of Common Prayer
Almighty and everliving God, whose servant Thomas Cranmer, with others, did restore the language of the people in the prayers of thy Church: Make us always thankful for this heritage; and help us so to pray in the Spirit and with the understanding, that we may worthily magnify thy holy Name; through Jesus Christ our Lord, who liveth and reigneth with thee and the Holy Spirit, one God, for ever and ever. Amen.
26 de mayo de 2024 – Domingo de la Trinidad (B)
El Primer Libro de Oración Común
Este boletín ha sido ligeramente adaptado de la entrada de Holy Women, Holy Men del Primer Libro de Oración Común. Esta fiesta de la Iglesia puede celebrarse un día laborable después de Pentecostés.
El primer Libro de Oración Común, el precursor de esos libros tan gastados en su estante, entró en uso el día de Pentecostés, el 9 de junio de 1549, en el segundo año del reinado del rey Eduardo VI. De él han descendido todas las ediciones y revisiones posteriores del libro en las iglesias de la Comunión Anglicana.
Aunque fue preparado por una comisión de sabios obispos y sacerdotes, el formato, la sustancia y el estilo del Libro de Oración fueron principalmente obra de Thomas Cranmer, arzobispo de Canterbury, 1533-1556. Las principales fuentes empleadas en su compilación fueron los libros de servicio medievales en latín del Uso de Sarum (Salisbury), con enriquecimientos de las liturgias griegas, ciertos ritos galicanos antiguos, las formas vernáculas alemanas preparadas por Lutero y una liturgia latina revisada del arzobispo reformador Hermann de Colonia. El Salterio y otros pasajes bíblicos se extrajeron de la “Gran Biblia” inglesa autorizada por el rey Enrique VIII en 1539, y las letanías se tomaron del formulario inglés publicado ya en 1544.
La originalidad del Libro de Oración Común, aparte de las acertadas traducciones y paráfrasis de los antiguos formularios latinos, radicaba en su simplificación de los complicados usos litúrgicos de la Iglesia medieval, de modo que pudiera ser utilizado tanto por los laicos como por el clero. El libro se convirtió así tanto en un manual de culto común para los anglicanos como en un recurso primordial para su espiritualidad personal.
Colecta conmemorativa del primer Libro de Oración Común
Dios todopoderoso y eterno, cuyo siervo Thomas Cranmer, junto con otros, restauró la lengua del pueblo en las oraciones de tu Iglesia: Haznos siempre agradecidos por esta herencia; y ayúdanos a orar en el Espíritu y con el entendimiento, para que podamos dignamente magnificar tu santo Nombre; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.