A number of years ago, I read a book by Roberta Bondi, who at that time was teaching at the Candler School of Theology at Emory University. The title of the book was “To Love as God Loves”. Professor Bondi, in that book, looked at and examined early Christians. And one of the things she observed was that early Christians saw their vocation of following Jesus as learning how to love as God loves. And that was the title of the book, “To Love as God Loves”.
If that is true, as I believe it is, when we look at the New Testament stories of Jesus, and particularly the stories around Christmas, we see early glimmers of Jesus showing us how to love as God loves. The Christmas stories found in Matthew and in Luke, for example, actually show us something about God’s way of love. We all know the Christmas stories, the baby wrapped in swaddling clothes as it’s found in Luke’s gospel, the baby that’s born of Mary, the stories of Mary while she was pregnant meeting her cousin Elizabeth, and the words of the Magnificat, “My soul doth magnify the Lord and my spirit rejoices in God my Savior…” We know the stories of Mary giving birth in the manger, because there was no room for them in the inn, the stories of the shepherds out on the field beholding the angel choir: “Gloria in Excelsis Deo!”
The story of a baby born is the story of beauty, a story of hope, whereas the Jewish tradition says every child who is born is a reminder that God is not finished with the world yet. In this case, the baby that was born was named Jesus. But Matthew tells the same story, but highlights other dimensions that remind us profoundly of the way God loves. In Matthew’s story, the child is born and there is great beauty in it, but there is some difficulty, even in the relationship between Mary and Joseph when they discover that she is with child before they’re actually married. But an angel intervenes and tells Joseph in the dream that this child is God’s miracle. And so, Joseph accepts his responsibility and cares for Mary and the baby Jesus who is to be born. And all moves along well. And in Matthew’s version there is the star, the Magi or the wise men who come from afar, but then the story takes a dark turn.
And all of a sudden, the same beauty that surrounded the birth of a child now is tinged by an ugliness of tyranny, the ugliness of injustice, the ugliness of hatred, the ugliness of unbridled selfishness as King Herod hears rumors of a rival to his throne being born and begins plans to execute children to stamp out his rival. In Matthew, that is the context for the birth of Jesus. And Mary and Joseph and the baby Jesus when he is born are forced to flee as refugees, seeking political asylum eventually in Egypt because of the wrath of King Herod. They are saved from the destruction, but many do die.
In the late 1930s, The Episcopal Church embarked on efforts to save refugees who were fleeing tyranny, evil, injustice, bigotry, hatred in Europe at the advent of the Second World War. In The Episcopal Church, Episcopalians and many other Christians and Jewish people in the United States and people of goodwill and human decency worked together in a variety of ways to save as many refugees as they could. And at that time, Episcopalians created this image. It shows Mary holding the baby Jesus in her arms on the donkey, with Joseph walking with them. And as you can see, the sign said in the name of these refugees, aid all refugees.
The Christmas stories are reminders that this Jesus came to show us how to love as God loves. And one of the ways we love as God loves is to help those who are refugees, those who seek asylum from political tyranny, poverty, famine, or other hardship. In the 1930s, Episcopalians did this to love as God loves, and today, ministries like Episcopal Migration Ministries, the work of this church, have helped to resettle some 100,000 refugees as of December 2021. And that work goes on for refugees from Afghanistan and from other places around the world.
The Christian vocation as Jesus taught us is to love as God loves. And in the name of these refugees, let us help all refugees. God love you, God bless you. And this Christmas, may God hold us all in those almighty hands of love.
26 de diciembre de 2021-1 Navidad
Mensaje de Navidad del Obispo Presidente
Hace algunos años, leí un libro de Roberta Bondi, que en ese momento enseñaba en la Escuela de Teología Candler en la Universidad de Emory. El título del libro era “Amar como Dios ama”. En ese libro la profesora Bondi observó y examinó a los primeros cristianos. Y una de las cosas que descubrió fue que los primeros cristianos vieron su vocación de seguir a Jesús como aprender a amar como Dios ama. Y ese era el título del libro, “Amar como Dios ama”.
Si eso es cierto, como yo creo que es, cuando observamos las historias de Jesús en el Nuevo Testamento, y particularmente las historias sobre la Navidad, vemos destellos tempranos de Jesús mostrándonos cómo amar como Dios ama. Por ejemplo, las historias de Navidad que se encuentran en Mateo y Lucas, en realidad nos muestran algo sobre el camino del amor de Dios. Todos conocemos las historias de Navidad, el bebé envuelto en pañales como se encuentra en el evangelio de Lucas, el bebé que nació de María, las historias de María cuando estaba embarazada y conoció a su prima Isabel, y las palabras del Magnificat, “Mi alma engrandece al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador …” Conocemos las historias de María dando a luz en el pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada, las historias de los pastores en el campo contemplando al coro de ángeles: “¡Gloria in Excelsis Deo!”
La historia de un bebé nacido es la historia de la belleza, una historia de esperanza; la tradición judía dice que cada niño que nace es un recordatorio de que Dios aún no ha terminado con el mundo. En este caso, al bebé que nació se le llamó Jesús. Mateo cuenta la misma historia, pero destaca otras dimensiones que nos recuerdan profundamente la forma en que Dios ama. En la historia de Mateo, el niño nace y hay una gran belleza en ello, pero hay algunas dificultades, incluso en la relación entre María y José cuando descubren que ella está embarazada antes de casarse realmente. Pero un ángel interviene y le dice a José en el sueño que este niño es un milagro de Dios. Y así, José acepta la responsabilidad y se preocupa por María y el niño Jesús que va a nacer. Y todo marcha bien. Y en la versión de Mateo está la estrella, los magos, o los sabios, que vienen de lejos, pero luego la historia toma un giro oscuro.
Y de repente, la misma belleza que rodeaba el nacimiento de un niño ahora está teñida por la fealdad de la tiranía, la fealdad de la injusticia, la fealdad del odio, la fealdad del egoísmo desenfrenado cuando el rey Herodes oye los rumores de que ha nacido un rival a su trono y comienza a planificar la ejecución de niños para acabar con el rival. En Mateo, ese es el contexto del nacimiento de Jesús. Y María, José y el niño Jesús, cuando nace, se ven obligados a huir como refugiados, buscando eventualmente asilo político en Egipto debido a la ira del rey Herodes. Se salvan de la destrucción, pero muchos mueren.
A finales de la década de 1930, la Iglesia Episcopal se embarcó en esfuerzos para salvar a los refugiados que huían de la tiranía, el mal, la injusticia, la intolerancia y el odio en Europa con el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial. En la Iglesia Episcopal, los episcopales y muchos otros cristianos y judíos en Estados Unidos y personas de buena voluntad y decencia humana trabajaron juntos en una variedad de formas para salvar a tantos refugiados como pudieron. Y en ese momento, los episcopales crearon esta imagen. Muestra a María sosteniendo al niño Jesús en sus brazos sobre el burro, con José caminando con ellos. Y como se puede ver, el letrero decía: en nombre de estos refugiados ayuda a todos los refugiados.
Las historias de Navidad son recordatorios de que este Jesús vino para mostrarnos cómo amar como Dios ama. Y una de las formas en que amamos como Dios ama es ayudando a los refugiados, a los que buscan asilo de la tiranía política, la pobreza, el hambre u otras dificultades. En la década de 1930, los episcopales hicieron esto para amar como Dios ama, y hoy, ministerios como los Ministerios Episcopales de Migración, el trabajo de esta iglesia, han ayudado a reasentar a unos 100,000 refugiados hasta diciembre de 2021. Y ese trabajo continúa para los refugiados de Afganistán y de otros lugares del mundo. La vocación cristiana, como nos enseñó Jesús, es amar como Dios ama. En nombre de estos refugiados, ayudemos a todos los refugiados. Que Dios le ame, que Dios le bendiga. Y esta Navidad, que Dios nos sostenga a todos en esas manos omnipotentes de amor.